No siempre me doy cuenta de la hostilidad del mundo.
Cuando lo hago, valoro más el amor que (te) tengo.
Ni cuentos de hadas, ni amores platónicos.
Ponerle cuerpo a la emoción.
Sentir la caricia que acompaña. La que hace del mundo un lugar más bello, y menos hostil. La bella sencillez de lo cotidiano.
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